miércoles, noviembre 25

Una reunión muy dulce

Ya se sabe que a algunos se les conquista por el estómago así que para la primera reunión del club de lectura decidimos sorprender a l@s chic@s imitando la iniciativa de Bea, coordinadora del club de lectura Bibliobrey del CEIP Fermín Bouza Brey de Ponteareas. Con la boca abierta-al menos, durante unos segundos-se quedaron en cuanto vieron el bizcocho de limón casero que les teníamos preparado...

Después de centrarnos un poco, comenzamos a hablar sobre los cuentos que habíamos leído de Las mil y una noches; todos coincidieron en que les habían gustado mucho y lo que no sabían es que se trata de una recopilación de historias transmitidas oralmente en los países del Lejano Oriente desde el siglo X que no llegó a Europa hasta después del XVIII, donde se incorporarían nuevos cuentos como el archiconocido Aladino y la lámpara maravillosa.


El primer cuento comienza con la presentación de Sherezade, la tejedora de historias que ofrece su vida ante un principe despechado a fín de acabar con la matanza de jóvenes que un adulterio ha generado. Lo que él desconoce es que además de belleza y valentía, otros atributos tiene Sherezade. Es una mujer inteligente que ha leído todos los libros de la biblioteca de su padre, el visir. Cada amanecer tiende su tela de araña, alimentando al príncipe con fabulosas historias que siempre quedan en suspenso y que acabarán por cambiar su percepción del mundo y de la justicia.


Desde la India, donde comienza el relato anterior, las páginas nos trasladan hasta Irak donde otro príncipe ha derrochado la fortuna heredada de su padre y se encuentra ante el dilema de cómo gobernar. Unos sueños premonitorios, la sabia voz de su madre, el encuentro con el rey de los genios y una serie de pruebas conducirán al príncipe hasta un tesoro formidable.


A través de este cuento, parecen transmitirse algunas enseñanzas: el valor de la perseverancia, la necesidad de procurar el bien de los súbditos para conseguir la felicidad propia y sobre todo, cuál es el tesoro más preciado: una princesa casta vale más que ocho estatuas de diamantes.